JUEVES, Décima Semana del Tiempo Ordinario,12 de junio,(Ciclo c)

SANTO DEL DÍA

San Juan nació en Sahagún (España), sus Padres no habían podido tener hijos, pero al orar y hacer ayuno concibieron a quien sería un Santo, San Juan fue educado con los Benedictinos, se enfermó gravemente, pero pidió a Dios que entrara de religioso, entonces se ordenó de religioso agustino, fue nombrado secretario y canónigo de la catedral, pero él que era humilde pidió fuera nombrado en una parroquia sencilla. Decide estudiar teología, allí lavaba platos, barría, su humildad era tan grande que hizo un milagro, al servir vino a comensales nunca se termino. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes, logró la paz entre jugadores de partidos de la ciudad, devotísimo del Santísimo Sacramento y muy amigo de dedicar largos ratos a la oración, en las confesiones era muy rígido, se dice que duraba mucho en la misa pues en el momento de la consagración se quedaba en éxtasis, predicaba a favor de los pobres y como los ricos los explotaban, así que un rico le mando a dar una paliza, pero sus agresores arrepentidos confesaron todo, ayudó a muchos pobres, recogía limosnas y se las daba, con sus oraciones Dios protegió a Salamanca de la peste de tifo negro, hizo muchos milagros, entre ellos, pedir la lluvia para Salamanca en un terrible verano y muchos más. Muere porque una señora lo envenenó, debido a que hizo una predicación que convirtió a un hombre que cometía adulterio con ella, poco a poco se fue secando y a sus cuarenta y nueve años deja este mundo.

Evangelio del día

San Juan 17, 1-2.9. 14-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado.

Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Palabra del Señor

  • Hemos iniciado un nuevo tiempo litúrgico en la Iglesia: tiene por nombre Tiempo Ordinario, esto significa un tiempo largo, para meditar la vida pública de Jesús, y para esto tenemos la fuerza del Espiritu Santo. Hoy celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, es decir, actualizamos el misterio de su encarnación, muerte, resurrección y ofrenda eterna , en la Santísima Eucarístia.
  • Esta fiesta nos hace entender que somos hermanos, porque en el bautismo, nos consagramos también Sacerdotes del Dios Altísimo, invitándonos a donarnos como ofrendas vivas en la asamblea, o en la realidad que vivimos, y allí alabarlo a Él. Somos anunciadores de vida, de bendición, de libertad, porque tenemos la certeza, de que Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote camina con nosotros, por lo tanto estamos al seguro, porque Él se ha quedado presente en la Hostia Consagrada, que adoramos y nos alimenta.

PRÁCTICA DIARIA

  • Visitar el templo y adorar a Jesús en el Sagrario, teniendo la fe de que allí está vivo y real.
  • San Juan de Sahagún nos dice.”Para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias”

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