DOMINGO, SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS, 8 de junio, (Ciclo C)

Hoy la Iglesia Católica celebra con gozo la Solemnidad de Pentecostés, es decir, el descenso del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles, la Iglesia primitiva, cincuenta días después de la Resurrección de Cristo.

La presencia del Espíritu Santo entre los hombres significa el cumplimiento de la promesa hecha por el Señor al concluir su vida terrena: Dios habría de enviar su Espíritu, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, para que interceda y conduzca a la Iglesia hasta el final de los tiempos.

Evangelio del día

San Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor

  • El evangelio de este domingo sin duda alguna muestra al Espíritu Santo como el protagonista, pues, no se encuentra al Dios vivo, sino es porque el Espiritu Santo lo concede.
  •  El Espíritu también defiende al Hijo, él ha revelado a Dios Padre. El Espiritu Santo continuará la tarea de conservar la verdad que Jesucristo ha traído al mundo, el nos dará los dones necesarios para servir a Dios con amor.
  • Hoy que celebramos la gran fiesta de Pentecostés, debemos permanecer en la acción del Espiritu Santo, que nos motiva a permanecer en la verdad que es Jesucristo, él nos moldea a la persona preciosa de Jesús.
  • El Espiritu Santo da vida a nuestro interior, nos llena de la gracia de Dios, nos santifica y nos permite evitar el pecado, él reconforta nuestras fuerzas para avanzar en este valle de lágrimas, nos impulsa a buscar las cosas celestiales, nos renueva y nos muestra el camino, Jesús prometió el Espiritu Santo, él nos dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, volvamos nuestra vida un eterno pentecostés en donde la alegría nos mantenga en la paz de Jesús.

PRÁCTICA DIARIA

  • Ser consiente de la presencia del Espiritu Santo en tu vida diaria. Rezar la oración del Espiritu Santo.
  • Espiritu Santo ven, ven, ilumínanos y santifícanos.

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