MARTES, Séptima Semana de Pascua, 03 de junio, (Ciclo C)

SANTO DEL DÍA

Carlos Lwanga era un joven negro de 21 años del país de Uganda, conocido por defender y mantener sus creencias en la fe cristiana y convertir a sus compañeros al catolicismo, su cargo de jefe de los mensajeros le permitía infundir la palabra de Dios a los jóvenes con quienes compartía, en sus reuniones les recordaba la enseñanza de San Pablo en la sagradas escrituras, que “los que cometen el pecado de homosexualidad tendrán un castigo inevitable por su extravío” (Rom. 1,18). Carlos terminaba sus charlas recordando aquellas palabras de Jesús: “Al que se declare a mí favor aquí, yo me declararé a su favor en el cielo”.

 El jefe de Uganda que era homosexual quiso irrespetar al muchacho que al no acceder a sus pretensiones dio muerte junto con sus compañeros pues los jóvenes que Carlos había instruido en la doctrina de la Iglesia al enterarse de lo sucedido no sintieron temor sino que decidieron morir junto a su amigo antes de ofender a Dios.

Evangelio del día

San Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:

«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.

Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.

He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.

Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Palabra del Señor

  • Juan nos narra la oración de Jesús al Padre Dios mirando al cielo, Jesús no solo ora con el Espiritu sino con su cuerpo, este gesto es humano, ora intercediendo por sus Apóstoles, es sin duda alguna una oración Sacerdotal, es una petición de protección por sus amigos. La oración fue para Jesús el medio para comunicarse con su Padre, y es también para nosotros una enseñanza, pues debemos orar siempre, aunque Dios Padre sepa todo, debemos hablarle, dialogar con Él, adorarle, dirigirnos a Él con familiaridad, siendo consientes de que somos sus hijos, como Jesucristo no lo enseña, ya no es hablarle a un Dios ajeno, sino a un Padre que escucha a sus hijos.
  • Jesús también nos invita a orar por quienes están a nuestro lado, la oración no debe ser egoísta, las peticiones por nuestros hermanos debe ser constante, quizás es en lo primero que debemos pensar al momento de orar a Dios Padre, en ocasiones la oración cotidiana esta basada en anhelos, planes, de tipo personal, olvidando que hay muchos a mi alrededor por quienes debemos preocuparnos en la oración.

PRÁCTICA DIARIA

  • Orar siempre.
  • San Carlos Lwanga y compañeros, nos enseñan que debemos mantenernos en las cosas de Dios para no caer en tentación, y orar sin desanimarnos.

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