
SANTO DEL DÍA
SAN BEDA EL VENERABLE (672-735)
San Beda nace en una familia modesta, obrera de Newcastle, su educación la recibe de dos monasterios benedictinos de Wearmouth y Jarrow, allí fue ordenado sacerdote, escribió sobre filosofía, cronologías, aritmética, gramática, astronomía, música, siguiendo el ejemplo de san Isidro, también fue teólogo. Fue un hombre sencillo incluso al expresarse, hasta el día de hoy queda su Historia eclesiástica gentis Anglorum, que le mereció ser proclamado en el sínodo de Aquisgrana, “venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis”. Le gustaba definirse “historicus verax”, historiador veraz, consciente de haber prestado un servicio a la verdad.
El Papa Gregorio II lo llamó a Roma, pero Beda le pidió le dejara en soledad en el monasterio de Jarrow. Un día al dictar la última página de su Comentario a san Juan, le dijo al monje escribano: “ahora sostenme la cabeza y haz que pueda dirigir los ojos hacia el lugar santo donde he rezado, porque siento que me invade una gran dulzura”. Fueron sus últimas palabras.
Evangelio del día
San Juan 14, 23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- Jesús en el Evangelio de hoy nos invita a ser parte de la vida Divina con el Padre y el Espiritu Santo, es una promesa que nos hace el Señor si guardamos su Palabra. La paz que tengamos en nuestro interior si está asentada en Dios, perdura, pues es capaz de excluir la violencia, aleja las envidias, las discordias y nos mantiene en la serenidad de trabajar por un mundo mejor. Los apóstoles en las primeras comunidades gozaron de la paz que Cristo les dejo, para poder sobrellevar las tribulaciones y desafíos que se presentaron en la evangelización, como ellos busquemos esta paz que nos da seguridad en las decisiones de cada instante de nuestra vida.
- La paz que Jesucristo nos da, es una paz que no se acobarda ante las adversidades, sino que en medio del caos aun sigue confiando. La herencia que Jesucristo nos dejo antes de partir fue exactamente la paz, Jesucristo nos anima a permanecer en él, ha mantenernos firmes ante tanta tribulación. Es verdad que en ocasiones nuestros corazones se encuentran turbados, inquietos, ansiosos, en este mundo actual es muy común ver muchas personas sintiéndose abrumados por el día a día, pero Jesús nos enseña a disfrutar de una paz permanente que sólo él nos ofrece.
- Esta paz de Jesucristo, es la alegría máxima del resucitado en nuestro corazón, que nos da seguridad, convicción y esperanza, no quiere decir que la paz de Jesucristo nos libre de los sufrimientos sino que nos sostiene, la paz que el mundo ofrece es transitoria, no nos sentimos seguros en este momento, cualquier evento puede alterar esa paz que solo es externa, pero la paz de Jesucristo es interna , encontremos esa paz verdadera en nuestros corazones que así se caiga el mundo a mi alrededor Dios me sostiene en sus brazos eternos, oigan bien eternos. ¿Llevas a los demás esta paz, eres portador de ella?¿Manifiestas con tu vida que esta paz de Dios está en ti?
PRÁCTICA DIARIA
- Hazte esta pregunta hoy: ¿En donde esta tu paz?¿Donde la buscas?
- San Beda dijo antes de morir: “El tiempo de mi partida ha llegado y mi corazón anhela ver la belleza de Cristo, mi Rey”, como él anhelemos estar en la presencia de Dios hoy, para estar eternamente con él.