DOMINGO,-23 de Febrero-Séptima Semana del Tiempo Ordinario (ciclo C)-2025

SANTO DEL DÍA

San Policarpo fue un obispo de la ciudad de Esmirna (Turquía), se dirigió a Roma para definir la fecha única de celebración de la Pascua tanto para Asia como para Europa, cuando San Ignacio de Antioquia lo llevaban para martizarlo, San Policarpo escribió una carta a Asia por petición de San Ignacio, años después es llevado ante el gobernador para ser juzgado, y obligarlo a renunciar a Jesús y adorar al Cesar, él se resiste hacer tal cosa, así que los enemigos de la religión católica deciden juntar tanta leña para quemar a San Policarpo, lo amarrarían pero él se negó, solamente le amarraron las manos y murió glorificando a Dios, hubo un testigo de su martirio se dice que mientras era quemado apareció una circunferencia alrededor del santo y las gentes olían un agradable aroma, los verdugos al presenciar este evento pidieron atravesar con una lanza el corazón del santo inmediatamente al derramar la sangre se apago el fuego, pidieron entonces destrozar al santo, algunos testigos recogieron los huesos y se los llevaron a donde se encontraban para orar

Evangelio del día

San Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor

MEDITACIÓN

  • Hay momentos en que el amor al enemigo parece casi imposible, estamos tan heridos, tan resentidos, tan llenos de rabia, impotencia y dolor que se nos es difícil perdonar, pero en el Evangelio de hoy el Señor nos invita a trascender el amor, para recordar que también nosotros vivimos del perdón, la compasión y la paciencia del Padre Celestial.
  • El amor que Jesús nos enseña es capaz de tener una postura de bendición ante quien te hace daño, por que el amor no excluye, sino que se es humano hasta el final, respeta la dignidad del enemigo, no con un sentimiento de afecto y cariño sino con una actitud de misericordia que nos hace humanos y procura el bien de quien esta a su alrededor independientemente si es incluso quien te lastima.
  • En nuestra persona no debe existir la palabra enemigo, porque el amor que Dios me da debo imitarlo hasta con quienes me hacen el mal, si pretendemos ser perdonados desde lo alto, también debemos manifestar ese perdón con quienes nos hacen daño, lo extraordinario es ser capaces de amar hasta que duela, amar sin distinción ni afinidad, que difícil, pero no imposible, además esta postura de amor la aprendemos de Jesús que dió su vida por amor, de la misma manera debe ser nuestra actuación aquí en la tierra.

PRÁCTICA DIARIA

  • Hoy buscaré aquel hermano que me ha hecho daño, o yo le haya hecho daño, buscarlo y pedirle perdón.
  • San Policarpo nos enseña: “Y si suplicamos al Señor que nos perdone, también nosotros debemos perdonar, porque estamos ante los ojos de nuestro Dios y Señor, y porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, y cada uno debe dar cuenta de él mismo».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *