
SANTO DEL DÍA
SAN JOSE DE LEONESSA (1556-1612)
San José nació en Leonessa (Umbría, Italia), fue un fraile capuchino muy amable, humilde, se mortificaba, y comía pan y agua por tres días seguidos, siempre se le veía predicar con un crucifijo en la mano, fue enviado como misionero a Turquía, ahí animaba a los esclavos enseñándoles el amor a Jesucristo, por ese entonces se presentaba una peste en aquel lugar, fue contagiado pero recobro pronto la salud, también convirtió muchos herejes y predicó a los musulmanes exponiéndose a la ley de Turquía, dos veces fue preso, y luego condenado a muerte por anunciar la fe en Jesús, fue torturado por horas y puesto en una horca, fue desterrado, se dirige a Venecia, y entonces decide regresar a Leonessa, para retomar sus labores pastorales, pero un tumor le da mucho sufrimiento, lo operan dos veces pero a la tercera no soportó y muere de cincuenta y ocho años felizmente habiendo cumplido su misión.
Evangelio del día
San Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- Este episodio merece toda admiración, pues la fe de este judío sobrepasa todo entendimiento, Jesús motiva a quienes son marginados a que caminen con fe, una fe que mueve, y que impulsa a arriesgarse en esta vida para ser saciados de la misericordia de Dios y liberados de las cadenas del pecado, incluso en aquello que creemos imposible.
- La muerte es quizás un tema bastante doloroso cuando llega a tocar una familia, pero si la muerte se ve como una ganancia como dice San Pablo en las sagradas escrituras, si la fe en Jesucristo es inamovible, él dará vida eterna después de la muerte y esto se logra mediante la esperanza, cuando se comprende que morir en Cristo se tiene la certeza de resucitar a una nueva vida.
- Jesucristo una vez más nos anima a confiar en él, aun en medio del caos, nos pide tengamos una fe firme.
- La esperanza, la fe y el amor son armas poderosas que nos permiten vencer en este mundo enfermo y agonizante, debemos abandonarnos en los brazos de Cristo, y con actos de humildad dejar que sea él que dirija nuestra vida, pues conociendo todo de nosotros no dejará que muramos y nos hundamos en la oscuridad, al contrario nos mostrará la victoria. ¿Dejó que Jesús me resucite de mi vida pasada hundida en el pecado? ¿Qué hago para acrecentar mi fe?, Jesús siempre escucha nuestras peticiones pero quiere que le ofrezcamos un corazón lleno de fe y abierto para ser transformado.
PRÁCTICA DIARIA
- Pedir en oración al Espiritu Santo nos aumente la fe.
- San José de Leonessa nos pide perseverar en Dios.
Dios todo poderoso infundenos cada día aumentar la fé y la esperanza, para que nos sostenga en la debilidades y salir victoriosos en nuestras batallas. Amén
Judith gracias por comentar en nuestro devocionario,ayudanos a evangelizar compartiendo esta página, bendiciones.