JUEVES, Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario (ciclo b) -19 de Septiembre, 2024

SANTO DEL DÍA

SAN JENARO (272-305)

San Jenaro fue el obispo de Benevento de una diócesis ubicada al lado de Nápoles, fue perseguido por el emperador romano Diocleciano, fue tomado prisionero junto con otros compañeros, sometidos a horribles torturas, sólo por demostrar su fe públicamente, entonces fueron condenados a muerte pasaron por un horno, y entregados a unas fieras para ser devorados pero ninguna de estas formas de morir sirvieron de todas las libraba Dios, luego fueron por fin decapitados sin desistir de su fe mueren cerca de Pozzuoli.

Evangelio del día

San Lucas 7,36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte».
Él contestó:
«Dímelo, Maestro».
Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?».
Respondió Simón y dijo:
«Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús:
«Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo:
«Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».
Pero él dijo a la mujer:
«Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Palabra del Señor

  • Esta mujer que presenta el evangelio de hoy, había hecho lo que ni siquiera el Fariseo como anfitrión realizó con Jesús, al lavarle los pies al Maestro con amor, ella sintió arrepentimiento de sus pecados y pidió perdón, la fe fue quién la salvo, más que su reputación. La intenciones del Fariseo estaban enfocadas en observar el comportamiento de Jesucristo para criticar, su hipocresía estaba siempre presente, pero es Jesús quien aprovecha esta murmuración de la mujer para enseñar a Pedro que canto más se ama, más se le perdona a quien ha fallado.
  • Jesús una vez más muestra compasión por quién quiere ser sanado interiormente, los hombres juzgan por las apariencias, pero Dios juzga por el corazón, él sabe y entiende las lagrimas, cuando se falla, pecar es estar lejos de la presencia de Dios, pero una vez se recupera esta todo cobra sentido él es el camino oportuno para ser libres de la esclavitud del pecado.
  • En la actualidad esta situación aun se cumple, quienes están en la iglesia se creen perfectos, solo cumplen preceptos de una manera vacía y superficial, pero Jesús exige más que esto, no debemos andar por el mundo señalando cuando aun mi vida no ha sido en lo más mínimo un signo de humildad, siempre tenemos la critica en la punta de la lengua, dispuesta a despellejar la imagen del otro, y adespreciar a quién yo creo no puede estar en la presencia de Jesús.
  • Jesús nos muestra una manera de vivir más sujeta al amor y al perdón, para juzgar esta él y aun así acoge a quien ha caído, entonces que derecho tenemos nosotros para despreciar a nuestros hermanos, pero no debemos tomar este pasaje como justificación para seguir pecando, sino que consientes del perdón que el Señor me otorga continuemos ese camino que se llama conversión, motivando a otros a seguirlo también.

  PRÁCTICA DIARIA

  • Reflexionar y pedir perdón a Dios las veces que he señalado a aquellos que no entran a la iglesia de una manera adecuada, acercarme y enseñarles el valor de estar en la presencia de Dios.
  • San Genaro nos enseña a dar testimonio de la fe en todo momento.

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