DOMINGO, Décimotercera Semana del Tiempo Ordinario (ciclo b) -30 de junio, 2024

SANTO DEL DÍA

SANTOS PROTOMARTIRES ROMANOS  (+ 64)

Hoy la iglesia celebra  según el calendario Romano los mártires que dieron su vida como evangelizadores, hombres víctimas de la gran persecución de Nerón en el año 64 que se extendió al año 67.Se hace memoria a quienes no tienen un lugar en la liturgia pero son reconocidos por sus martirios y sufrimientos por conservar el cristianismo en sus comunidades.

Evangelio del día

San Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Se fue con él y lo seguía mucha gente.

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor

  • El Evangelio de este Domingo narra uno de los tantos milagros que Jesús realizó en su vida pública, y la protagonista es una niña, que ha sido resucitada, la compasión de Jesucristo se refleja en quien implora su ayuda, esta vez lo hace con un jefe de los judíos que cree en su acción salvadora capaz de devolver la vida a quien la ha perdido, este episodio merece toda admiración, pues la fe de este judío, sobrepasa todo entendimiento, Jesús motiva a quienes son marginados  a que  caminen con fe, una fe que mueve, y que impulsa a arriesgarse en esta vida para ser saciados de la misericordia de Dios y liberados de las cadenas del pecado, incluso en aquello que creemos imposible.
  • La muerte es quizás un tema bastante doloroso cuando llega a tocar una familia, pero si la muerte se ve como una ganancia como dice Pablo en las sagradas escrituras, si la fe en Jesucristo es inamovible, él dará vida eterna después de la muerte y esto se logra mediante la esperanza, cuando se comprende que morir en Cristo se tiene la certeza de resucitar a una nueva vida.
  • Jesucristo una vez más nos anima a confiar en su bondad, pero nos pide que sólo tengamos fe para ver  grandes prodigios en nuestra vida, él nos ofrece vida en abundancia, y nos regala la salud para disfrutar las maravillas que observamos y que a veces no agradecemos, nos toma de la mano y nos invita a caminar en su amor, a reconocerle como la fuente que da vida eterna y que restaura corazones enfermos, sólo basta acercarnos en la oración implorando su amparo y protección.
  • La esperanza, la fe y el amor son armas poderosas que nos permiten vencer en este mundo enfermo y agonizante, debemos abandonarnos en los brazos de Cristo, y con actos de humildad dejar que sea él que dirija nuestra vida, pues conociendo todo de nosotros no dejará que muramos y nos hundamos en la oscuridad, al contrario nos mostrará la victoria. ¿Dejó que Jesús me resucite de mi vida pasada hundida en el pecado? ¿Qué hago para acrecentar mi fe?, Jesús siempre escucha nuestras peticiones pero quiere que le ofrezcamos un corazón lleno de fe y abierto para ser transformado.

PRÁCTICA DIARIA

  • Orar por quienes han partido, poner nuestro dolor en las manos de Jesucristo para que el Espiritu Santo nos de las fuerzas necesarias para soportar.
  • Como los protomártires debemos entregar nuestra vida terrena por servir a Dios, y obtener así la vida eterna.

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