LUNES, Séptima Semana de Pascua (ciclo b) -13 mayo, 2024

SANTO DEL DÍA

Fátima era una ciudad ubicada a 130 kilometros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal, en este lugar la Virgen se manifestó a tres niños campesinos: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa, que se encargaban de pastar a las ovejas todos los días, sólo Lucia había hecho la primera comunión, esta niña junto a unas compañeras rezaba el rosario y en una ocasión siendo el medio día, se le apareció una figura en el cielo con rayos de sol, pero apenas terminaron el rosario desapareció, luego ella fue con su primo Francisco y su hermana, cuando comenzó una lluvia comenzaron a rezar entonces nuevamente apareció la figura de una joven que había visto Lucia antes, que les decía dijeran estas palabras y decía que era el ángel de la paz : “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”. Luego, levantándose, dijo: “Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas”. Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio, durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal, tiempo después vinieron a rezar a la gruta y vieron el ángel quién tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz. El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo…”. Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco, el 13 de mayo era domingo y al estar en el campo en cova da iría se les apareció un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero, vieron entonces a una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos, ella les habló y les dijo que vinieran durante seis meses al sitio, el día trece a la misma hora: “Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra”. Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía, dijo Lucia que había sentido miedo con el ángel más que con la Virgen, todas estas apariciones no las creyeron las personas, al volver nuevamente la Señora les dijo que se llevaría a Jacinta y Francisco que Lucia daría testimonio de su inmaculado corazón, luego se les apareció otro día diferente al 13 pues el Alcalde del pueblo les había hecho prisioneros para que confesaran los secretos, pero la Virgen al igual se les apareció, luego tiempo después una peste en Fátima hizo que los niños Francisco y Jacinta murieran y Lucía ingresó al Monasterio como Sor María Lucia de Jesús, la Virgen se le apareció muchas veces, y muchos creyeron.

Evangelio del día

San Juan 16,29-33

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Palabra del Señor

  • Los discípulos no entendían el lenguaje de Jesucristo, sus palabras enigmáticas y metafóricas eran difícil de comprender lo que Jesús quería de ellos. Pronto al suceder su Pasión y muerte ellos le dejarían solo, Jesús les revela su actuación frente a la tribulación que sucederá cuando él sea alzado en tierra.
  • La confianza de los discípulos, era efímera, de momentos, pero pronto creerían en todas las enseñanzas de su Maestro, además Jesús les motiva a tener valor en la prueba, los alerta, y los impulsa a cumplir su misión.
  • Creer va más allá, es aumentar en nosotros la virtud de la confianza que nos permite reconocer a Jesús no solo en las alegrías sino también en las pruebas, pero esto no quiere decir que no tengamos miedo en la persecución, en la guerra, en los sufrimientos, al contrario de los cobardes aunque sintamos temor estamos conscientes de la presencia de Jesús resucitado, la experiencia con él nos permite creer y confiar.
  • Necesitamos ser hombres de valor que impulsados por la fe en Jesús seamos capaces de afrontar los desafíos de la vida, que seamos hijos de Dios que busquen la paz en medio del caos, nuestro corazón debe ser valiente en la búsqueda de Dios, aunque el mundo nos odie nuestra meta final será buscar el cielo y ser redimidos a la patria celestial.

  PRÁCTICA DIARIA

  • Leer los secretos de la Virgen de Fátima, orar por la paz de este mundo por medio del Santo Rosario.
  • La Virgen de Fátima nos motiva a suplicar a Dios por la paz, a amarlo y adorarlo por los que no lo hacen, a creer y confiar por quienes dudan de su existencia.

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