
SANTO DEL DÍA
SAN JUAN DE EGYPTO (+394)
San Juan de Egipto nació en la bajada Tebaida, en Licópolis, fue educado en el oficio de carpintero, a la edad de veinticinco años decidió abandonar el mundo y se puso bajo la guía de un anciano anacoreta, el santo obedeció con humildad y sin replicar, por irracional que fuera la tarea que se le imponía, y continuó con este ejercicio hasta la muerte del anciano, tiempo después Se retiró a una cumbre de una escarpada colina, donde construyó tres celdas contiguas. Ahí permaneció hasta el final de sus días, en los cinco días de la semana, hablaba con Dios, pero los sábados y domingos, las personas podían acercarse para oír sus instrucciones y consejos espirituales, fue popular por sus profecías, milagros, su poder de leer los pensamientos y de descubrir los pecados secretos de aquellos que lo visitaban, también los emperadores le consultaban, sus alabanzas fueron cantadas por San Jerónimo, Paladio, Casiano, San Agustín y muchos otros. Fallece a sus noventa años, mientras estaba de rodillas orando con el Padre Celestial.
Evangelio del día
san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».
Él contestó:
«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle:
“El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
«¿Soy yo acaso, Señor?».
Él respondió:
«El que ha metido conmigo la mano en el plato, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
«¿Soy yo acaso, Maestro?».
Él respondió:
«Tú lo has dicho».
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- En este Evangelio se presentan interrogantes uno por parte de Judas Iscariote a los sacerdotes y otros por por parte de sus compañeros los apóstoles a Jesús, ambos interrogantes van en sentidos diferentes uno a favor de Jesús y otros en su contra, con este episodio queda a descubierto la traición de aquel discípulo, y otro pone de manifiesto aquella cena de despedida, afirmando lo que había anunciado en su vida pública.
- Los apóstoles estaban entristecidos, aunque no comprendían quien traicionaría a Jesús, se sienten atribulados por las palabras del Maestro, pero una vez sucede todo lo dicho por él en lo que refiere a su muerte y resurrección comprenderán una a una las palabras de Jesús. Judas pensó en ser astuto aprovechando estar entre los elegidos comete un pecado que le costaría la vida, lo que ganó no sobrepasó lo que perdió la vida eterna.
- Nuestra pregunta hoy al Señor es ¿si desea venir a cenar con nosotros?, nuestro interior debe obedecer a sus palabras y permitir que su presencia este en nosotros, para amarlo y anunciarle.
- La avaricia nos hace dejar a un lado el amor fraterno y buscar nuestros propios intereses, perdemos el control y cometemos errores que nos perjudicaran toda la vida, muchas veces traicionamos a quienes nos rodean, somos apegados a las cosas materiales y no pensamos en el otro, que nuestro ser siempre busque el bien de mis hermanos, dejando en segundo plano mis anhelos y sueños, amar es entregarse por todos sin esperar nada a cambio.
PRÁCTICA DIARIA
- Hoy invitar a una persona a comer que veamos este carente de recursos.
- San Juan de Egypto nos enseña que para amar a Dios se hace desde cualquier lugar, el interior es uno, la soledad nos acerca a lo que realmente el Señor quiere de nosotros, conocemos nuestro ser y Dios nos habla.