
SANTO DEL DIA
NUESTRA SEÑORA DE FATIMA (1917)
Fátima es una ciudad ubicada a 130 kilometros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal, en este lugar la Virgen se manifestó a tres niños campesinos: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa, que se encargaban de pastar a las ovejas todos los días, sólo Lucia había hecho la primera comunión, esta niña junto a unas compañeras rezaba el rosario y en una ocasión siendo el medio día, se le apareció una figura en el cielo con rayos de sol, pero apenas terminaron el rosario desapareció, luego ella fue con su primo Francisco y su hermana, cuando comenzó una lluvia comenzaron a rezar entonces nuevamente apareció la figura de una joven que había visto Lucia antes, que les decía dijeran estas palabras y decía que era el ángel de la paz : “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”. Luego, levantándose, dijo: “Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas”. Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio, durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal, tiempo después vinieron a rezar a la gruta y vieron el ángel quién tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz. El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo…”. Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco, el 13 de mayo era domingo y al estar en el campo en cova da iría se les apareció un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero, vieron entonces a una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos, ella les habló y les dijo que vinieran durante seis meses al sitio, el día trece a la misma hora: “Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra”. Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía, dijo Lucia que había sentido miedo con el ángel más que con la Virgen, todas estas apariciones no las creyeron las personas, al volver nuevamente la Señora les dijo que se llevaría a Jacinta y Francisco que Lucia daría testimonio de su inmaculado corazón, luego se les apareció otro día diferente al 13 pues el Alcalde del pueblo les había hecho prisioneros para que confesaran los secretos, pero la Virgen al igual se les apareció, luego tiempo después una peste en Fátima hizo que los niños Francisco y Jacinta murieran y Lucía ingresó al Monasterio como Sor María Lucia de Jesús, la Virgen se le apareció muchas veces, y muchos creyeron.
Evangelio del día
San Juan 10, 22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- Jesucristo resucitado es el Buen Pastor, a sus pies estamos seguros, porque somos las ovejas redimidas en el altar de la cruz. Jesús siempre ha demostrado con palabras y obras que es autentico Pastor, nosotros debemos reconocer su poder y seremos salvados para siempre.
- Si Jesucristo resucitado es el Buen Pastor, le debemos reconocer escuchando su voz, siguiendo sus enseñanzas y si obedecemos totalmente a su doctrina nos regalará la vida eterna junto al Padre.
PRÁCTICA DIARIA
- Elevemos una oración a María de Fátima debido a que es ella la Intercesora, porque ella llevó en su vientre al Divino Pastor, lo cuido, estuvo con él al pie de la cruz y ahora lo contempla resucitado.
- Nuestra Señora de Fátima protege a nuestro Papa León XIV y a todos nosotros que somos tus hijos.
Siempre le debemos pedir a La Virgencita pues ella la que intercede