JUEVES, Tercera Semana De Pascua,08 de Mayo- (ciclo c)

SANTO DEL DIA

El portugués Antonio Farías, hacendado de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (Argentina), pidió a un compatriota suyo, residente en Brasil, que le enviara una imagen de la Inmaculada Concepción de María Santísima para venerarla en la capilla que estaba construyendo dentro de sus tierras. Aquel amigo, envió dos estatuillas: una según el pedido original, y otra representando a la Madre de Dios con el niño Jesús en brazos. Ambas imágenes fueron colocadas en sus respectivas cajas y enviadas en una carreta junto con otros enseres. Al llegar a las cercanías del Río Luján, zona de los Buenos Aires, después de tres días de duro viaje, los troperos encargados de transportar la preciosa carga decidieron pasar la noche en la estancia de don Rosendo de Trigueros.

Al día siguiente, se alistaron para continuar el viaje; pero no lograron mover los bueyes que tiraban de la carreta. Era como si, de pronto, los animales se hubiesen vuelto incapaces de arrastrar la carga, un jinete bajó una de las cajas de la imagen de la Virgen, entonces los bueyes empezaron a jalar la carreta al instante. El contenido era el mismo que habían cargado desde el inicio: una de las estatuillas de la Inmaculada Concepción. La Madre quería quedarse allí, en ese pueblito junto al río. Acto seguido, la imagen fue trasladada a la casa de uno de los locales, un tal Rosendo, cuya familia la recibió con alegría y devoción.

Con el transcurso de los días se decidió construir una gruta y colocar allí la imagen para que pudiese ser venerada apropiadamente. La ‘Virgen de Luján’ -como se le empezó a llamar- había llegado para quedarse en el corazón del pueblo argentino. El 8 de mayo de 1887 se realizó la coronación canónica de la imagen de la Inmaculada, la Virgen de Luján. Años después la gruta sería reemplazada por una basílica erigida en el mismo lugar: el Santuario de la Virgen de Luján.

Evangelio del día

San  Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Palabra del Señor

  • Cristo Resucitado tiene un Padre: Se llama Yavheh, él desde siempre ha tenido una buena relación con su Padre, que también es nuestro Padre desde el día de nuestro bautismo. Cada uno de nosotros hoy como ayer tenemos una misión y es hacer la voluntad de Nuestro Padre Dios; porque todos somos sus discípulos, es decir, estamos llamados a obedecer a su hijo amado que esta vivo en medio de nosotros en la Eucaristía.
  • Papá Dios desde siempre nos ha alimentado: con toda clase de gracias y bendiciones, en el desierto concretamente alimentó al pueblo de Israel con el maná y ahora en la Eucaristía nos da un alimento que nos da fuerza en el día a día para llegar al cielo.
  • La Eucaristía es el mejor regalo que nos ha dejado el Resucitado.

PRÁCTICA DIARIA

  • En este jueves Sacerdotal ofrezcamos la Santa Eucaristía por la elección del nuevo Papá, que será un regalo de Nuestro Padre Dios.
  • Santísima Virgen de Luján hija de Dios Padre, Madre de Jesucristo, Esposa del Espiritu Santo, deposito de la Trinidad, intercede en este día para que los Cardenales electores puedan elegir el Papa que la Iglesia necesita hoy. Amén.

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