
SANTO DEL DÍA
SAN ALBERTO CHMIELOWSKY (1845-1916)
San Alberto nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), sus padres Adalberto y Josefina Borzyslawska, fue educado en la fe cristiana Católica, quedo huérfano a muy temprana edad, hizo parte en la insurrección de Polonia, cayó prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. En Gante (Bélgica) inició estudios de ingeniería, tiempo después decide estudiar pintura en parís, y comienza a pintar cuadros religiosos, una de ellos famosos el «Ecce Homo», es desde allí donde inicia su transformación espiritual, entró en la Compañía de Jesús como hermano lego, renuncia por sus estado de salud a la compañía, años después decide dedicarse por completo a los marginados, vivir como ellos y ayudarles, se vistió el sayal gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertino, también fundó la rama femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños, organizó asilos para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, y asilos y orfanatorios para niños y jóvenes sin techo, San Alberto no solo se ocupaba de sus necesidades corporales sino de sus almas también, para que se reconciliaran con Dios, apesar de su condición física dejó fundadas 21 casas religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos, muere en Cracovia en una Navidad de cáncer de estomago, muere pobre entre los pobres.
Evangelio del día
San Mateo 5,38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia.
Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- La ley mosaica enseñaba la ley del talión, devolver mal por mal, pero Jesús ofrece al hombre una forma distinta de vivir, en la justicia y la caridad, Jesucristo no esta a favor de la injusticia sino que enseña que esta justicia basada en el amor es la que puede sanar y edificar algo mejor, cuando el hombre se empeña en defenderse del agravio comete el error de convertirse como su adversario, entonces responder con amor nada será en vano y se habrá ganado el alma de quien ofende y por supuesto la propia.
- La injusticia no debe ser argumentada, al contrario Jesús menciona estas acciones de dar la túnica, poner la mejilla, como actos de devolver bien por mal, claro esta que se debe poner limites a quienes violan, atropellan, se debe alzar la voz y amar justamente, se debe evitar vuelva a pasar, orar por los enemigos seria un acto de amor que ligado a la justicia, se cumple lo que el Señor enseña en este pasaje bíblico.
- Jesús nos habla en esta actualidad, y nos invita a evitar todo acto de violencia, a imitarle en el amor a nuestros perseguidores, a devolver siempre un acto de justicia con aquellos que están encerrados en el odio y la venganza, pero siempre recordando que al enemigo se le ama con hechos no con afectos.
- Nuestra paciencia y compasión por aquel que injuria debe ser grande, para entender que también merece oportunidades, que debemos perdonarle siempre, se cual sea la falta, si queremos ser tratados de igual forma, lo más coherente es actuar con amor, siempre volviendo a confiar, pero también teniendo un Espiritu de justicia que haga entender que hacer el mal no puede ser justificado por el amor, sino que los dos sean un equilibrio. “No hay caridad sin justicia” San Vicente de Paúl.
PRÁCTICA DIARIA
- Hoy pediré perdón a Dios a quien he devuelto la ofensa, orare con el Padre Nuestro, y pediré a Dios presente la oportunidad para devolver con un gesto de bondad aquel a quien me ofendió.
- San Alberto nos dice: «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para satisfacer el hambre».