
SANTO DEL DÍA
SAN GIUSEPPE MOSCATI (+1927)
San Giuseppe empezó a madurar su pasión por la medicina, muerto su hermano. Después de la escuela secundaria, se matriculó en la Facultad de Medicina, en el mismo año de la muerte de su padre, que sufrió una hemorragia cerebral.
Ingresó en la universidad para estudiar medicina, se graduó con las mejores calificaciones de su promoción. Cada día se levantaba muy temprano para ir a misa y recibir la comunión. Después se dirigía a las colonias pobres para ver algunos enfermos y a las 8:30 a.m. iniciaba el trabajo en el hospital.
Sus pacientes predilectos eran los pobres, algo de lo que dan fe muchas personas que lo conocieron. Es conocida una anécdota suya con un anciano pobre al que visitaba cada día. El anciano le pidió en una ocasión que fuera con él desayunar al café que estaba junto a la iglesia a la que acudía a misa. El día en el que el anciano no iba a desayunar, el doctor se acercaba preocupado hasta su domicilio para asistirlo.
Nunca cobró dinero a los pobres, a los que ayudaba siempre con una sonrisa y sin hacerse notar.
Su muerte llegó mientras esperaba en el despacho de su casa la visita de los enfermos y sentado en un sillón.
Evangelio del día
San Juan 6,1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN
- Hoy el Evangelio nos narra el gran milagro de la multiplicación de los panes y peces, que curiosamente encontramos en los cuatro evangelios. Jesús se torna preocupado al ver la cantidad de gente que le sigue y no tener con que alimentarle: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se proponen dos soluciones: la de Felipe, y la de Andrés, pero ambas, tanto los doscientos denarios, como los cinco panes de cebada y los dos peces, parecen ser insuficientes para dar de comer a tanta gente. No obstante, la segunda parece ser la más adecuada: aunque es poco, parte de lo que tiene alguien y está dispuesto generosamente a ponerlo a disposición de todos y compartirlo.
- Jesús acepta el desprendido gesto del muchacho, y tras una oración de acción de gracias, comienza a repartir a unos y a otros. Lo que objetivamente parecía insuficiente, la generosidad del chico junto a la intervención de Jesús se transforma en abundancia y sobre abundancia: sobran doce canastos. El Reino de Dios es un reino de plenitud, de derroche para todos y cada uno.
- Aunque nos parezca poco, cuando somos capaces de poner lo que tenemos, nuestros talentos, nuestros dones, nuestros bienes, al servicio de la comunidad, Jesús es capaz realizar el milagro y multiplicarlo. Lo que parece insuficiente se transforma en super abundancia.
- La Eucaristía, es para nosotros alimento que sacia, la celebración es el lugar donde sacramentalmente hacemos presente la fraternidad. Por ello no puede quedar reducido a un rito vacío que no se traduce en gestos concretos en la vida cotidiana. En cada Eucaristía, cuando nos dejamos transformar por Jesucristo, “asimilamos su modo de vivir y deseamos compartir su misión de compasión por el mundo”.
PRÁCTICA DIARIA
- Invitar con alegría a un amigo (a) que no haya tenido la experiencia de ir a misa, motivarlo para que busque a Dios a través de la Eucaristía.
- San Giuseppe nos invita al servicio a nuestros hermanos.