VIERNES, Semana de la Octava de Pascua (ciclo b) -05 abril, 2024

SANTO DEL DÍA

SAN VICENTE FERRER (1350-1419)

San Vicente nació en Valencia, España, fue religioso de los Padres Dominicos, fue profesor de filosofía en la universidad, fue tentado por mujeres debido a que era agradable físicamente, pero a todas venció, siendo diacono fue enviado a Barcelona, allá predijo con fe en un sermón que unos barcos llegarían con alimentos pues la gente moría de hambre, el superior lo regaño, pero sucedió tal cual él anunció. Vicente se enfermó pero se le apareció Jesucristo, Santo Domingo de Guzmán y San Francisco indicándole que debía irse a predicar a pueblos y ciudades, así lo hizo recorre el norte de España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza, se convirtieron judíos y moros, fue un gran predicador preparaba sus homilías con la oración, predicaba en campos abiertos porque era mucha la gente que a él acudía, se llevaba sacerdotes para que confesaran a los arrepentidos, también daba agua bendita en un frasquito a mujeres para que cuando el marido comenzara a ofenderlas ellas no respondían nada. Pero el tema en que más insistía este santo predicador era el Juicio de Dios que espera a todo pecador. La gente lo llamaba “El ángel del Apocalipsis”, San Vicente era humilde a pesar de su popularidad, se enfermó y muere un miércoles de ceniza.

Evangelio del día

San Juan 21,1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».

Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:
«No».

Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».

Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

  • Los discípulos volvieron a sus quehaceres cotidianos, pero aún pensaban en lo material, la desesperanza muchas veces hace volver atrás al ser humano y hoy estos hombres, se desesperan en la oscuridad de la noche al no tener ni un pez en sus manos, pero el mismo Jesús aparece en la luz del amanecer para orientarlos y guiarlos en echar las redes a la derecha.
  • Cuando ven a Jesucristo se dan cuenta que nada esta perdido, y que su misión no es para este mundo sino para la vida eterna, el MAESTRO insistía en mostrarle el camino que conduce a la construcción del reino de los cielos y era convertirse en pescadores de hombres.
  • En ocasiones estamos a punto de tirar la toalla como dice aquel dicho, e incluso nos desanimamos en el dolor, el trabajo arduo, el sufrimiento ante cualquier adversidad, ante la enfermedad, pero no olvidemos que nuestra humanidad tiene que estar sujeta a la luz que es Jesucristo, con él podemos ver claramente la dirección que debemos seguir, sin él perdemos nuestros horizonte, estamos desesperanzados, pero si vivimos en su presencia indudablemente caminaremos hacia la meta final, el cielo.
  • En esta semana de octava de Pascua vivamos alegres de que Jesucristo a resucitado verdaderamente en nosotros, nos motiva a cambiar de vida y a reconocerlo en la fracción del pan la santa eucaristía, no dudemos en buscar todo lo que nos acerca a él, y revistámonos de su gracia para no perdernos en la oscuridad de este mundo, siendo él nuestra luz y guia.

  PRÁCTICA DIARIA

  • Asistir a la santa Misa.
  • San Vicente Ferrer nos dice: “Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas”.

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